Bruselas propone que los consumidores paguemos cuando recibamos llamadas móviles

Con el objetivo de reducir los costes de las operadoras, Bruselas busca recuperar el modelo que durante muchos años se ha venido aplicando en América (Latina y del Norte) y que carga sobre la factura del consumidor el coste de las llamadas que recibe.

Ese modelo que provocó enormes obstáculos al desarrollo de operadores alternativos y más de un dolor de cabeza a los organismos reguladores, estaría en la mente de los burócratas de Bruselas como la solución que compensase a los grupos de telecomunicaciones la rebaja de las tarifas.

¿En qué consiste el modelo?

El modelo propuesto por Bruselas los clientes pagarían las llamadas que efectúan y reciben a su operador móvil. Las operadoras se librarían de pagar a sus competidores por el uso de su red ya que sería el propio cliente quien asumiría ese coste.

En teoría el sistema beneficiaría a los clientes ya que podría provocar una reducción en los precios ya que el operador no debería recargar en las llamadas el dinero que paga al otro operador cuando la llamada finaliza en una red que no es la suya.

Freno a la competencia

Este modelo es, sin embargo, un freno a la competencia en el sector de las telecomunicaciones móviles (o fijas en el futuro) ya que los clientes de las grandes operadoras serían los principales beneficiados mientras que por el contrario aquellos abonados a redes alternativas, operadores virtuales o con pocos clientes verían aumentar su factura.

Además, las estrategias de precios agresivos que utilizan estas operadoras noveles quedarían sin efecto ya que si bien los clientes podrían beneficiarse de unos buenos precios para sus llamadas su factura se incrementaría cuando recibiesen llamadas de sus amigos o compañeros que tienen contrato con otras operadoras.

Bruselas considera que la práctica ha demostrado que estas críticas no tienen fundamento y que en algunos países los consumidores se han beneficiado con una reducción de los precios de las llamadas así como también las operadoras con una importante disminución de sus costes burocráticos. Los defensores del sistema también entienden que el modelo es una clara ventaja para los grandes grupos ya que los clientes de estas compañías dejarían de subvencionar, con sus llamadas, la política agresiva de precios de las operadoras alternativas.

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