El jefe del grupo era un conocido cracker que operaba bajo el nick de Akill y que residía en Nueva Zelanda.
La operación fue realizada conjuntamente con la policía local y el FBI. En total fueron detenidos unas 13 personas incluyendo el responsable máximo de la red.
La policía informó que el grupo era responsable de daños por valor de 20 millones de dólares y que controlaban un millón de ordenadores esparcidos por todo el mundo.
Los propietarios de los equipos desconocían que estos ejecutaban desde ataques a envíos masivos de spam comportándose normalmente en su actividad.
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