Guillem Alsina (guillem@imatica.org) – SimCity es un juego que se ha ganado por derecho propio el apelativo de mítico. Es cómo las escuadras de ciertos equipos de fútbol en sus buenos tiempos, que los aficionados de toda la vida recuerdan de carrerilla (bueno, y de béisbol en los Estados Unidos…); para muchos, quien no ha jugado al SimCity, no ha jugado a videojuegos.
El videojuego tuvo tanto éxito que se constituyó en origen de una saga en la que han seguido cuatro títulos más, el último de ellos el año pasado (SimCity Societies), y se ha adaptado a multitud de plataformas cómo pueden ser videoconsolas o teléfonos móviles.
Ahora su código fuente se publica libre y se cambia el título del juego a Micropolis (aunque en los corazones de aquellos que lo jugamos siempre será SimCity). El motivo que subyace en esta acción no es otro que portarlo para que funcione con el OLPC, el portátil de bajo coste desarrollado en el MIT por un equipo capitaneado por Nicholas Negroponte y que está siendo vendido a países en vías de desarrollo.
Pese a que para el resto de los mortales puede reportar poco interés éste movimiento, lo que se da es una buena oportunidad para examinar cómo está construido por dentro uno de los juegos clásicos, que marcaron época y que además dieron origen a un género: el de simulación social. Porque en el juego original, más que ganar o perder, importaba ver cómo crecía y se desarrollaba la ciudad creada en partidas que podían perfectamente no tener fin.
Más información:
- Wiki de Micropolis (antiguo SimCity) en el site del XO del proyecto OLPC
- Página de Micropolis en el sitio de Don Hopkins, creador del ‘port’ para el XO