Los parias de las TIC

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La globalización impulsada por las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) tiene también un lado oscuro, aunque sólo en contadas ocasiones aflora y apenas remuerde las consciencias de los consumidores. Es la mano de obra barata, cuya explotación sustenta el ritmo de desarrollo y recorta el precio de los productos... a un coste muy alto.

Dos de las principales compañías del escaparate tecnológico han sido noticia en este pasado mes de abril por cuestiones relacionadas con la manufactura de sus productos: Microsoft y Apple. Sin ánimo de cargar contra estas compañías, cuya parte de culpa también tendrán, en el Día del Trabajador queremos hacernos eco de los resultados de un estudio realizado por el National Labor Committee (Nueva York, EEUU) sobre las condiciones laborales de los trabajadores en una fábrica subcontratada por Microsoft en China (Estudio: http://www.nlcnet.org/reports?id=0034) y que han salido a la luz este mes de abril. Concretamente, el informe habla de una fábrica situada en la provincia de Guangdong, con el dudoso honor de ostentar el récord mundial de producción de ratones de ordenador. El informe expone las deplorables condiciones de trabajo en las que se elaboran allí los productos tecnológicos, esos mismos que utilizamos a diario pero que muy rara vez nos hacen plantearnos de dónde proceden, al menos, no más allá de la típica respuesta: "de China".

El caso es el que el informe detalla cómo en esta fábrica los trabajadores, a menudo menores de edad y estudiantes, realizan turnos de 15 horas, seis e incluso siete días a la semana, por apenas 65 céntimos de dólar la hora (52 tras las deducciones). La retahíla de obligaciones, prohibiciones y sanciones que aderezan estos empleos es simplemente vergonzante. Por ejemplo, está prohibido hablar, escuchar música o usar el baño durante las horas de trabajo, en las que deben alcanzarse unos objetivos si no quiere verse mermado el sueldo. En esta empresa la marca mínima es de 2.000 ratones por turno, pudiendo sancionarse tanto individualmente como a toda una línea de producción una marca inferior.

Hay tantas maneras de perder parte del sueldo que resulta casi imposible, para la mayoría de los empleados, abandonar la fábrica al final de la jornada laboral si estos pretenden hacerse con un sueldo "suficiente" a final de mes. De hecho, casi todos los trabajadores pernoctan en la misma empresa en minúsculos habitáculos (14x23 m. para 14 personas) no acondicionados para el caso: ¿TV? ¿Teléfono? ¿Aire acondicionado para hacer frente a temperaturas que a menudo superan los 30 grados? Claro que no. Por no haber no hay ni corriente eléctrica. Pero aún así los trabajadores optan por quedarse allí. Hay que ahorrar dinero en desplazamientos. Cómo no, las comidas se realizan en la misma empresa, obviamente a descontar del sueldo, y si uno quiere colchón para la noche deberá pagarlo o traerlo de casa.

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Por otro lado, ni que decir tiene que los casos de acoso sexual a las mujeres son allí el pan de cada día, unos casos para los que no existe un control establecido (de hecho son los propios guardias de seguridad, a menudo, los acosadores) ni un protocolo de denuncia. Además, según el informe, los trabajadores/as que no siguen las instrucciones del capataz son multados por el equivalente a la pérdida de 11 días de salario. ¿Quién va a denunciar cualquier acoso así?

Ni hablar de faltar un día al trabajo por el motivo que sea (5 días de sueldo que se pierden), o de extraviar la tarjeta para fichar (3 días menos). Tampoco es posible abandonar la fábrica por ningún motivo durante el turno.

Ya sabemos, pues, cómo se consigue producir el récord mundial de ratones de ordenador, aunque la pregunta es: ¿Afectará esto de algún modo al consumo de estos productos? La respuesta es no. Este tipo de informes, con suerte, son noticia un día, y como mucho impulsarán una campaña de lavado de imagen que hará olvidar la cuestión en menos de lo que se tarda en producir un ratón.

Con todo, de vez en cuando surgen efecto las denuncias hechas por los medios de comunicación o los organismos que hacen lo posible por velar por los derechos de los trabajadores. Sin ir más lejos, este pasado mes de abril podíamos escuchar como una compañía del prestigio de Apple reconocía que en una empresa subcontratada por ellos en China (también por Nokia) se empleaban hasta 11 menores con edades comprendidas entre los 15 y 16 años, trabajando más de la mitad de los operarios en jornadas superiores a las 60 horas semanales.

Apple lo admitía en un informe interno y hacía pública su determinación a informar a ésta y otras compañías de Taiwan, Singapur y Malasia que no aceptaría estos casos de explotación. ¿Habrán surgido efecto estas exigencias? Seguramente no. En cualquier caso, tal vez lo sepamos en el próximo informe, o tal vez lo que suceda sea que las mismas empresas chinas se esmeren más a la hora de ocultar aquello que no interesa que se sepa. Seguiremos pendientes de nuevos informes… aunque no sean notícia.

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