Las catástrofes, el yen y la competencia hunden al sector electrónico en Japón

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Las joyas de la corona del sector electrónico japonés terminaron un desastroso año 2011 golpeados por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo, la tendencia al alza del yen y la dura competencia de empresas extranjeras.

En tres días, Sharp, Sony y Panasonic anunciaron resultados financieros catastróficos para los tres primeros trimestres del ejercicio 2011-2012 (abril a diciembre 2011), y previsiones aún peores para el año fiscal completo.

Ese ejercicio 2011, iniciado en abril poco después del terremoto y el tsunami que causaron la muerte a 19.000 japoneses y golpearon duramente a las empresas y la economía del país, ha estado marcado por malas noticias y nefastas y coincidentes circunstancias.

Las tres empresas han sido víctimas del brutal retroceso de las compras de televisores en Japón, y de la escasa demanda en el extranjero, debido a la lenta recuperación en Estados Unidos y la interminable crisis de la deuda en Europa.

A ello se añade una histórica subida de la divisa japonesa, que eleva los costes de producción en Japón, reduce la competitividad de sus productos en el extranjero, especialmente ante una feroz competencia de otros países, especialmente Corea del Sur, que tumba los precios.

"Ya no es posible producir pantallas de TV o paneles solares para exportarlos, ya que cuanto más vendemos más dinero perdemos", se lamentaba esta semana el presidente de Sharp, Mikio Katayama.

"La única solución es fabricar cerca del lugar de las ventas", añadía.

Pero incluso cuando deslocalizan, las empresas japonesas no tienen suerte. El sector nipón de la electrónica sufre desde el otoño las enormes inundaciones en Tailandia, donde varios de sus centros industriales quedaron bajo las aguas.

Al final, Sharp, Sony y Panasonic -pese a sus esfuerzos por gastar grandes sumas en restructurar sus fábricas o reorientar su producción hacia bienes rentables- cerrarán el año con pérdidas colosales, de 2.000 millones de euros para los dos primeros, y cerca de 8.000 millones para el tercero.

Sharp inició una profunda reorganización de su actividad de pantallas LCD para eludir la caída de los precios y captar mercados estratégicos en pleno crecimiento.

Panasonic, por su lado, lanzó un plan de reducción significativa de sus actividades de fabricación de TV, al cerrar fábricas de pantallas LCD y plasma, para recurrir a suministradores exteriores, reduciendo así sus costes.

En lugar de esa actividad, este grupo se centra en aparatos electrodomésticos y electrónicos para el gran público.

En lo que respecta a Sony, vendió su parte en la coempresa de pantallas S-LCD que tenía con Samsung, y buscará el suministro de estos productos en otras empresas: así, podrá beneficiarse de la caída de los precios, en lugar de padecerla.

Al mismo tiempo, recuperó íntegramente la filial de teléfonos móviles Sony-Ericsson, ya que considera que debe mantenerse en esta actividad para beneficiarse de mejores sinergias con los demás productos del grupo (ordenadores, tabletas, consolas, etc) y compartir los contenidos (música, juegos video, cine).

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