Super Mario Galaxy 2 estará disponible el próximo 11 de junio.
El que dijo que todo estaba inventado tendrá que comerse sus palabras. Y el fontanero más famoso del mundo está aquí para demostrarlo. No es la primera vez que este tipo feote y noble que está a punto de cumplir treinta años deja a todos con la boca abierta. Fue Mario quien se movió con total libertad por la pantalla de un videojuego por primera vez, el que recorrió los primeros escenarios dinámicos o exploró el primer mundo virtual en tres dimensiones. Ahora, en Super Mario Galaxy 2 reinventa de nuevo el género de las plataformas convirtiendo el entorno en una variable dinámica más de una aventura donde nada es lo que parece a simple vista.
En 2007, Mario dio un pequeño paso para la humanidad, pero un salto gigantesco para la historia del videojuego. En el que la crítica considera segundo mejor juego de la historia (sólo The Legend of Zelda: Ocarina of Time le supera en Gamerankings) el personaje que ya ha vendido más de 230 millones de juegos se lanzó al espacio exterior en la que ha acabado siendo su aventura más épica. Con Super Mario Galaxy su creador, Shigeru Miyamoto (considerado padre del ocio electrónico moderno y candidato al premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades), ponía literalmente “patas arriba” el género “simplemente” cambiando las leyes de la gravedad consiguiendo un efecto de tres dimensiones... y media.
Pues bien. Si en Super Mario Galaxy, donde “arriba” y “abajo” se convertían en términos relativos, teníamos que aprender a movernos desde otra perspectiva. En la segunda aventura espacial del fontanero viviremos una nueva vuelta de tuerca: ahora los cientos de planetas que visitaremos ya no estarán “grabados en piedra” sino que cambiarán de acuerdo a nuestras acciones. No sólo tendremos que “entender” cada nuevo entorno que pisemos (o no) sino que nos veremos obligados a “descifrarlo”. ¿Ejemplos?
Imagina qué pasaría en un gigantesco mundo acuático si se congelase. En efecto: todas las leyes físicas del escenario cambiarían de forma radical. Una catarata, por ejemplo, podría convertirse en una superficie donde saltar... ¿Y si pudiéramos literalmente “atravesar” ese escenario para aparecer “en las antípodas”? ¿O si fuéramos nosotros los que creáramos nuestras propias plataformas donde saltar y así evolucionar por el mundo virtual al que nos enfrentamos? ¿O si directamente no supiéramos dónde están esas plataformas?
En un campo creativo en el que cada vez hay menos sorpresas, Shigeru Miyamoto usa elementos inolvidables del universo Mario para romper todos los esquemas y poner al jugador frente a un reto que cambia continuamente: viejos y nuevos disfraces con lo que adquiriremos habilidades (como el de nube, taladro, roca, fantasma, abeja...), la reaparición del dinosaurio Yoshi con varios poderes que resultarán muy útiles (creado en 1991 para ser su montura en Super Mario World)... Tendremos que pensar en cómo usarlos para adaptarse a los entornos mutantes de la aventura: galaxias con gravedad cero, agujeros negros, planetas de lava fundida, tundra helada… y, por supuesto, escenarios ya conocidos del universo Mario totalmente reinventados.
Lo único que no ha cambiado con el tiempo es la motivación que arrastra a Mario a enfrentarse a su archienemigo (la mezcla de tortuga y dragón conocida como Bowser que reina sobre las criaturas poco amistosas conocidas como la raza koopa): rescatar a la dama en apuros. Invitado por la princesa Peach, Mario es testigo de cómo un Bowser gigantesco, gracias al “poder de las estrellas”, la rapta. ¿Quién puede negarse a protagonizar un buen rescate?
Dicen que un títulos como Super Mario Galaxy aparecen una sola vez en cada generación de consolas. Quizá hasta esa ley se rompa: la exigente revista británica Edge acaba de dar un 10 sobre 10 a la segunda entrega de la serie (sólo ha otorgado esa puntuación a un docena de juegos en más de 17 años de historia). Así que a partir del próximo 11 de junio y en exclusiva para Wii, además de El imperio contraataca y El Padrino II, habrá otra prueba de que eso de “segundas partes nunca fueron buenas” no siempre es verdad.
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