Ex cazaespías ahora enseña sus trucos en el mundo del póquer

joseph-navarroComo cazaespías del FBI, Joseph Navarro podía identificar traidores interpretando sus comportamientos sutiles, siquiera por algún tic nervioso.

En estos días, Navarro lleva su ojo de águila a la mesa de póquer, donde un gesto involuntario o una inclinación de cabeza pueden indicar una mano cargada o un embuste aventurado. Navarro comparte sus técnicas de desciframiento con jugadores ávidos de conseguir una ventaja en el mundo del póquer profesional.

"Los jugadores de póquer mienten todo el tiempo", dice Navarro. "Simulan ser fuertes cuando están débiles o débiles cuando están fuertes. La verdad es que todos pueden ser descifrados. Uno puede tener una cara de póquer, pero todavía no he visto quien tenga todo un cuerpo de póquer".

En el mundo del juego, los que se dejan adivinar sus intenciones son llamados "reveladores", por la facilidad de interpretar sus gestos que indican confianza o desconfianza. La primera carrera de Navarro lo calificó notablemente para su actual tarea como instructor en la Academia de la Serie Mundial de Póquer.

Mientras trabajó en casos de espionaje con el FBI durante más de un cuarto de siglo, se convirtió en un experto reconocido mundialmente en comportamiento no verbal. Participó prácticamente en toda investigación de espionaje entre 1993 y el 2003, incluyendo los de los notorios espías Aldrich Ames y Robert Hansen.

Tenía 8 años cuando huyó de Cuba con su familia tras la invasión de Bahía de los Cochinos en 1961. La familia se estableció en la Florida, y obtuvo su ciudadanía a los 18 años.

Navarro se retiró del FBI en el 2003, aunque sigue entrenando a agentes del FBI y la CIA en interrogatorios y los hábitos de espías y terroristas.

Dice que sus habilidades para descifrar el lenguaje corporal de los espías se aplica fácilmente al póquer. Los dos son juegos de subterfugio y pasiones primitivas. Al igual que un espía, un jugador de póquer revela su seguridad o dudas por medio de un lenguaje corporal subconsciente, afirma.

"Cuando uno se siente bien -o tiene una mano sensacional- el cuerpo lo manifiesta", asegura. "Uno empieza a agitar los pies. Los pies empiezan a repicar como los de un chico que va a Disneylandia".

Y también se da lo opuesto: la negatividad se revela en los labios apretados, una nariz arrugada, ojos entrecerrados. "Entrecerramos los ojos ante lo que nos desagrada", dice Navarro, y se remite al gesto taciturno de Clint Eastwood en su fase de películas "espagueti" del oeste.

Navarro dice que puede descifrar a cualquiera -incluyendo a los profesionales de los naipes- observando su comportamiento durante algunos minutos.

Los jugadores a menudo tratan de disimular sus emociones con gafas oscuras, silencio, una sudadera con capucha. Navarro asegura que esas tretas no dan resultado, aun para profesionales como Phil "The Unabomber" Laak, conocido por ocultar su semblante.

"Los manierismos no verbales e involuntarios dictados por el cerebro siempre traicionan la fuerza o la debilidad en la mano de un jugador", dice Navarro.

Un jugador de naipes que recibe un flush real -la mejor mano en el póquer- instintivamente trata a los naipes como un tesoro. Una mano mala es tratada como algo menos valioso que una reliquia, dice. La postura da otro indicio.

"Si tu jefe pregunta en una reunión '¿Quién no está haciendo todo el esfuerzo'?, los que no tienen confianza se encogerán de hombros", agrega. "Se llama 'el efecto tortuga'. Uno trata de esconder la cabeza en los hombros".

Por el contrario, una persona que junta los dedos como la cúpula de una iglesia con los pulgares hacia arriba denota una mano ganadora.

Navarro enseña a los jugadores a observar y recolectar información de comportamiento desde que se sientan a la mesa de juego. Cuando los jugadores están confiados, tienden a usar más las manos y a ocupar más territorio en la mesa. Cuando tienen buenas manos, generalmente miran hacia abajo a sus fichas.

Phil Helmuth, considerado uno de los mejores jugadores texanos de la historia, se encuentra entre los alumnos de Navarro.

"Me ha enseñado algunos trucos", dijo Helmuth, ganador de diez brazaletes de la Serie Mundial de Póquer. "Llené tres páginas de notas en su seminario".

Las mujeres tienen gestos diferentes a los de los varones, pero por lo general no son más difíciles de descifrar, según dice.

Por ejemplo, las mujeres que carecen de confianza juegan con su cabello para calmarse o tienden a tocarse el cuello. Los hombres lo hacen de manera más brusca o se ponen las manos en la cara.

Navarro dice que sólo una vez lo engañaron en su carrera de cazaespías.

Kelly Warren, una empleada del ejército estadounidense en Alemania durante la guerra fría, estaba vendiendo secretos a los húngaros a fines de los años 80. Convenció a Navarro de que su marido era el único espía de la familia... aunque sólo temporalmente.

Pero Navarro pronto reveló sus mentiras y a la mujer le dieron una sentencia de 25 años por espionaje.

Las técnicas de Navarro, aunque resultan efectivas para descifrar adversarios, también pueden emplearse para engañar a otros jugadores. Algunas señales intencionales pueden convencer a un oponente de lo contrario.

"Aunque uno no puede controlar las cartas que recibe", dice Navarro, "uno puede hacerlas ganadoras".

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