Lista de Greenpeace: Sony Ericsson y Samsung en cabeza, Nintendo en cola

Lista de Greenpeace: Sony Ericsson y Samsung en cabeza, Nintendo en cola

Sony Ericsson y Samsung son los fabricantes de productos electrónicos más respetuosos con el medio ambiente, según la lista publicada hoy por la asociación ecologista Greenpeace, que coloca a Nintendo en cola, con un cero de nota.

Según la notación trimestral publicada hoy por Greenpeace, Sony Ericsson y Samsung obtuvieron cada uno 7,7 puntos sobre diez en la evaluación de teléfonos móviles, ordenadores, televisores y consolas de juegos de 18 grandes fabricantes mundiales.

Los tres últimos puestos (los peores por el balance medioambiental) los ocupan Microsoft con un 3, Philips con un 2 y Nintendo con un cero.

La razón de que el grupo japonés haya recibido la peor calificación posible se debe en particular por los materiales utilizados para sus dos consolas de juego estrellas, la Wii y la DS.

Ambas están cargadas de PVC, un plástico clorado que aunque no es tóxico por sí mismo es objeto de fuertes críticas de Greenpeace porque no es en absoluto reciclable y su incineración genera una multitud de emisiones tóxicas, sobre todo dioxinas.

Además, esas consolas contienen retardantes de fuego con bromo para evitar incendios en los circuitos y otros plásticos que se acumulan en el medio natural y en los tejidos de los seres vivos.

También recibe un severo repaso Microsoft por su consola Xbox 360.

La asociación ecologista realiza esta lista desde agosto de 2006, inicialmente limitada a celulares y ordenadores, y ampliada posteriormente a otros productos electrónicos.

La evaluación se hace teniendo en cuenta dos tipos de criterios, el primero el examen de los diferentes productos químicos elegidos para la fabricación de sus productos por las diferentes marcas y su peligrosidad para el medio ambiente, el segundo la responsabilidad a escala mundial en la gestión de los residuos.

Este último punto se refiere sobre todo a la existencia o no de un servicio de recuperación de los equipamientos una vez que los consumidores dejan de utilizarlos, una acción que no es fundamental en Europa, donde se generaliza la obligación de que los vendedores recuperen los aparatos antiguos, pero sí en otras partes del mundo.