Polémica en Debian sobre el ciclo de nuevas versiones

Como era de esperar, se han formado dos bandos enfrentados en el seno de la distribución libre. Los contrarios al nuevo ciclo de publicación de nuevas versiones cada dos años ven en la influencia de Ubuntu la culpa de esta decisión.

Guillem Alsina ([email protected]) – Cuando hace pocos días se supo que Debian iba a adoptar un ciclo de nuevas versiones estable y predecible y que este iba a ser de dos años entre versiones nuevas, estaba más que claro que tarde o temprano estallaría la polémica. Las reacciones no han tardado, y se han manifestado sobretodo en las listas de correo del proyecto.

Aquellos que están en contra de la decisión se quejan en primer lugar que esta ha sido tomada sin consultar a toda la comunidad de desarrolladores y colaboradores, solamente por parte del equipo que dirige la liberación de nuevas versiones. Esto puede conducir a que las relaciones dentro del proyecto se agríen, especialmente entre los programadores puros y aquellos que se ocupan de las tareas de gestión a alto nivel.

Las fechas de congelación también son objeto de debate. El anuncio inicial afirmaba que cada diciembre de año impar se congelaría el desarrollo de la distro, para pasar a probarla extensivamente y liberarla a lo largo del año siguiente. En teoría, pues, tocaría congelar el desarrollo este mismo diciembre, algo que a muchos se les ha antojado como difícil si no imposible si se quiere cumplir con los altos estándares de calidad que se autoimpone el proyecto. Es por ello que los responsables de la distro han decidido retrasar la congelación del desarrollo y anunciar, a principios del mes que viene, un nuevo calendario al respecto.

Pero, más que las fechas de la próxima versión 6.0 o la consulta a todos los miembros del proyecto sobre el tema, se pone en tela de juicio la decisión misma, la naturaleza de un ciclo predecible de nuevas versiones, de adoptar un calendario más que fijarse unos objetivos a cumplir. Según no pocos desarrolladores de Debian, esto provocará que la distribución no pueda ser testeada tan extensivamente como ahora, por lo que pueden quedar bugs sin detectar, lo que a su vez conllevaría un descenso del nivel de calidad del sistema, tenido actualmente por uno de los más altos tanto en seguridad como en estabilidad.

Parece ser que la adopción de un ciclo de lanzamientos predecible en el tiempo ha sido influenciada por el gran número de distribuciones que, a su vez, están basadas en Debian, y especialmente en Ubuntu. No es tampoco ningún secreto que a muchos miembros de Debian no les gusta especialmente la distribución promovida por Mark Shuttleworth, quien precisamente estos días se ha ofrecido a ceder programadores de Canonical a Debian para tener a punto la versión 6.0 para las fechas inicialmente previstas.

La intervención de Shuttleworth en el devenir de Debian puede ser la gota que colme el vaso, ya que si el sudafricano tira mucho de la cuerda, puede provocar una rotura que divida el proyecto Debian en dos escisiones: la oficial, presidida por la mayoría de la burocracia que ha apoyado el cambio de ciclo de lanzamientos, y una nueva plataforma construida por los programadores disconformes con el rumbo que está tomando Debian desde hace un tiempo.

Los enfrentamientos en el seno de la distribución no son nuevos, pero hasta ahora no han tomado el cariz que esta última decisión ha provocado en la comunidad.

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